Poetry is not dead
Alquimia. La luz cenital de una pantalla que imprime el sexo de Belladona y Jenna Haze, metabolizadas por Luna Miguel como dicción de una sensualidad extraordinaria. Suyos son los dominios del carisma, la solemnidad y desobediencia de una Lilith poderosa, decidida a ser expulsada del paraíso —seguramente— dantesco (Notturnos: Madrid y su arruinada periferia). Alientos, carne, sabores… Susurros: serpiente de cascabel, ovillada en el mismo desierto de Valente y Bolaño, protegiendo los —perpetuos— últimos alientos de la lírica (como la fruta bíblica, como un ídolo —mágico— de terracota azteca). Poeta en un mundo de narradores, rara avis para las coordenadas referenciales que manejamos, o: la historia del poema como la historia del Punk. Y así, Poetry is not dead verifica, de una vez por todas, que el poema nunca estuvo tan vivo. Ahora: ¿quién se atreve a repetir el eslogan? ¿No future for us…?, ¿decían? (Antonio J. Rodríguez)